Advertencia: El siguiente artículo no es apto para menores ni para personas susceptibles o fácilmente impresionables.
Era el 13 de noviembre de 1994 y Daniel Camargo se encontraba tranquilo en su celda en la prisión García Moreno de Quito. En un momento dado, entra en la estancia un hombre que lo sujeta por el cabello, le hace arrodillarse y le susurra al oído: “Llegó la hora de la venganza, desgraciado”. El individuo le asestó tres puñaladas, intentó cortarle la cabeza, pero como no pudo, le cercenó una oreja. Este era el fin de Daniel Camargo Barbosa, el fin del terrible Monstruo de los Manglares.
Daniel Camargo, hijo de una familia disfuncional
Daniel Camargo Barbosa nace en el municipio colombiano de Anolaima, perteneciente al departamento de Cundinamarca el 22 de enero de 1930. Fue hijo del matrimonio formado por Daniel Camargo Briceño y Teresa Barbosa Salazar. Cuando tenía apenas un año de edad, su madre fallece y poco después su padre contrae nupcias con Dioselina Hernández.
La madrastra era una mujer que tenía una obsesión patológica por tener una hija, derivada, al parecer, de su infertilidad. Al verse frustrado este deseo, decidió vestir de niña a Daniel y enviarlo así al colegio. El pequeño sufrió burlas y humillaciones en la escuela, lo cual le generó un severo trauma. Pero si al chico se le ocurría quejarse, ella, le clavaba alfileres en el cuerpo. Por otro lado, su padre era alcohólico, frío y distante, no le importaba lo que ocurriera con su hijo. Incluso, llegó a propinarle fuertes palizas. En esta etapa comenzó a gestarse el monstruo que tiempo después, sembraría el terror.
Años más tarde, Daniel, llegaría a afirmar acerca de Dioselina: “A mi madrastra no le gustaban los niños, pero le encantaban las niñas. Ella tiene que haber sufrido un trauma en su niñez que hizo que no le gustaran los chicos. Cuando ella me ponía vestidos de mujer, pienso yo que estaba tratando de convertirme en una mujer. Puede ser que no me odiara, puede ser que me amara, pero no me podía amar como un niño”.
Pese a las humillaciones, Daniel consiguió sobreponerse y convertirse en un alumno sobresaliente en el colegio León XIII de Bogotá. Era muy inteligente, con un IQ superior a la media. Aprendió a leer prácticamente solo, tenía grandes habilidades para las matemáticas y el razonamiento, y una memoria privilegiada. Sin embargo, tuvo que dejar los estudios para trabajar y apoyar económicamente a la familia.
Una mala vida sentimental
Cuando Daniel Camargo tenía 24 o 25 años, conoce a Alcira Castillo, con quien se casa enamorado. Dos hijos nacen como fruto del matrimonio que no iba a durar muchos años. La vida marital terminó cuando él encuentra a su esposa con otro hombre en el lecho. Furioso, la abandona y empieza a gestarse en él un odio hacia las mujeres.
Muchos años después, Daniel Camargo diría acerca de Alcira: “Tuve el deseo de hacerle daño, de vengarme, de destruirla, de hacerle alguna cosa a ella y no al tipo, porque pensaba que de todas maneras si el tipo le había propuesto algo, la culpable era ella”.
No pasó mucho tiempo tras la separación cuando Daniel Camargo conoce a Esperanza Panqueva, a quien llegó a considerar el amor de su vida. Estaba ilusionado con ella, pero, lo que más le gustaba, era la idea de tener una prometida que era virgen. La pareja decidió contraer nupcias y poco antes de la boda, sostienen un encuentro sexual en el que Daniel descubre que su prometida ya había perdido la virginidad.
El nacimiento de un monstruo
Descubrir que Esperanza no era virgen fue el detonante que hizo brotar al monstruo en Daniel Camargo. En su mente retorcida se gestó la idea de que todos sus males y desgracias habían sido a causa de las mujeres. Por esta razón, debía vengarse y tener todo aquello que le había sido negado. Así, perversamente, consigue que Esperanza le ayude a conseguir jovencitas vírgenes para violarlas.
El modus operandi era muy sencillo, Daniel Camargo se hacía pasar por vigilante de seguridad en alguna tienda. Cuando veía a una niña que le gustaba, le increpaba diciéndole que la había visto robar y que iba a llamar a sus padres. La chiquilla, asustada, lo negaba y pedía ayuda. En ese momento entraba Esperanza fingiendo defenderla. Tras un rato de diálogo, ambos le proponían a la joven ir a tomar algo para arreglar el problema. La pobre inocente, confiada y sintiéndose respaldada por una mujer accedía. En la bebida, le echaban narcóticos para dormirla y posteriormente las llevaban al apartamento de Daniel, donde Esperanza las desvestía y éste las violaba. Sus víctimas, eran siempre menores de entre 10 y 14 años.
Años después, Daniel Camargo mencionaría que: “Por no encontrar virgen a mi prometida, con la que me iba a casar. Yo no fui capaz de dejarla, porque estaba locamente enamorado. Había momentos en que yo decía: Sí, yo la dejo; pero otros, no era capaz, porque realmente estaba enamorado. Esto dio como resultado que como yo no había tenido experiencias con mujeres vírgenes, y, al mismo tiempo era incapaz de dejar a esa muchacha… yo acepté como lo más correcto que ella me ayudara a conseguir unas chicas que estuvieran vírgenes”.
Daniel Camargo, violador de vírgenes
Tras violar a las jovencitas, mientras aún estaban dormidas, bajo el efecto del narcótico, la pareja las abandonaba en algún descampado. Hay que aclarar que a las chicas no las asesinaban. Corría el año de 1966, aproximadamente y la pareja había conseguido drogar y violar a otra chiquilla. Ella era ya la quinta víctima. Sin embargo, algo no salió bien, la menor se despertó antes de tiempo y consiguió huir. Los familiares pusieron la denuncia y los delincuentes fueron capturados y llevados a prisión.
Empezó el juicio y el juez a cargo iba a dictar sentencia de 3 años de cárcel para Daniel Camargo que había jurado rehabilitarse. Sin embargo, antes de dictarse sentencia, hubo un cambio de jueces. El nuevo magistrado, que era más severo, cambió la pena a 8 años y para Esperanza un poco menos.
En su estancia en prisión, Daniel Camargo se llenó de odio hacia la sociedad, hacia la justicia y sobre todo, hacia las mujeres. En su mente enferma se gestó la idea de que la culpa era de las jóvenes, por denunciarle. Así, que tomó la decisión de que nunca más nadie le delataría, porque a partir de ese momento, no volvería a dejar con vida a ninguna víctima.
Daniel Camargo vuelve a la carrera criminal
Daniel Camargo cumple su sentencia y es liberado en 1974 y nunca más vuelve a ver a Esperanza. Está lleno de odio, de ira y arde en deseos de venganza. Se traslada a Barranquilla donde consigue un empleo como vendedor ambulante de pantallas de televisión, lo que le permite malvivir.
Ese mismo año, estaba ofreciendo sus productos afuera de una escuela, cuando ve a una pequeña de 9 años, de la que queda prendado. Consigue engañarla para que le acompañe hasta las afueras de la ciudad donde después de violarla, la estrangula sin piedad. Sin embargo, comete dos graves errores, había olvidado su muestrario de pantallas y sepultar el cadáver.
Al día siguiente regresa a la escena del crimen pero fue sorprendido por la policía, que ante la actitud sospechosa del individuo deciden pararlo. Tras interrogarlo, Daniel Camargo los lleva al lugar donde había abandonado el cuerpo de la pequeña e inmediatamente es arrestado y llevado a comisaría.
Daniel Camargo en prisión en la Gorgona
En esta ocasión, Daniel Camargo no correría con tanta suerte y en el juicio se le sentenciaría a 25 años de prisión. Su condena debería cumplirla en la Cárcel de La Gorgona, una penitenciaría ubicada en una isla del Pacífico a 35 km de la costa. Se trataba de un islote de tan solo 28 km cuadrados, una especie de Alcatraz colombiano. Hablamos de un penal del que nadie había logrado huir ya que las corrientes marítimas eran muy fuertes y, además, eran aguas pobladas por tiburones.
En su estancia en prisión, Daniel Camargo pasa los días leyendo todos los libros de la Biblioteca, entre los que se encontraban ejemplares de navegación y novelas de Julio Verne. Mientras no estaba leyendo se dedicaba a estudiar los cambios en las corrientes marítimas que corrían en la isla. Todo este conocimiento le permitió que consiguiera huir de la cárcel.
Al respecto, Juan Antonio Cebrián, en su libro Psicokillers nos dice: “En ese aislado paraje estuvo encerrado diez años, pues lo cierto es que la isla por inhóspita apenas tenía vigilancia y los presos deambulaban a sus anchas por la pequeña extensión insular. La tarde del 23 de noviembre de 1984 Camargo, en uno de sus paseos, descubrió una pequeña barca abandonada, y no se lo pensó dos veces; empezó a remar con la desesperación del superviviente. Sin alimentos, ni agua remó sin descanso durante tres días hasta que divisó las costas continentales. Milagrosamente se había salvado aunque su aspecto y situación anímica daban a entender que sus días estaban contados. Pero Daniel Camargo era inteligente y tenía capacidad para generar recursos que le permitieran seguir adelante”.
El demonio llega a Ecuador
Daniel Camargo consigue llegar a las costas de Ecuador, donde nadie le conocía ni nadie le buscaba. Además, como si de ayuda infernal se tratase, los medios de comunicación de la época lo dan por muerto. Efectivamente, las autoridades al percatarse de que había huido lo buscaron. Al no encontrarle, supusieron que había sido presa de los tiburones.
En su estancia en Ecuador, vuelve a dedicarse a la venta ambulante, con la que apenas consigue lo necesario para comer. Como no tenía suficientes recursos, dormía en los parques. Poco a poco, consigue hacerse con algo de ropa nueva y una pequeña maleta.
Este monstruo no tardó en volver a las andadas. Estaba más lleno de ira que nunca, y se había prometido a sí mismo no volver a cometer los mismos errores. Ahora se hacía pasar por un extranjero que estaba buscando a un pastor evangélico. Mediante engaños, conseguía que las jovencitas le acompañasen y, al llegar a una zona apartada, las violaba y después las asesinaba.
Comenzaron a ser frecuentes en Ecuador las desapariciones de niñas y jóvenes. En principio, se atribuyen los crímenes a una banda criminal que operaba en el país. Pero la suerte dejaría de sonreírle a Daniel Camargo.
El fin de Daniel Camargo
El 26 de febrero de 1986, tras violar y asesinar a Elizabeth Telpes, una pequeña de 9 años, es sorprendido por la policía. Los oficiales, al verle en actitud sospechosa le detienen y revisan su maleta. Terrible fue la impresión de los policías al ver en el interior de la valija ropa de niña ensangrentada.
Inmediatamente es detenido y llevado a comisaría. Durante el juicio, Daniel Camargo admitiría la violación y asesinato de 71 niñas y jóvenes. Él mismo se encargaría de conducir a las autoridades a los parajes en los que se había deshecho de los cuerpos de sus víctimas. En el juicio, testificarían en su contra algunas jóvenes que habían conseguido resistir sus engaños.
Fue sentenciado a 16 años de prisión, que en aquel momento, era la pena máxima en Ecuador. Se le traslada al penal García Moreno, en Quito, donde perdería la vida a manos de Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo, familiar de una de sus víctimas. El cadáver de Daniel Camargo fue sepultado en la fosa número 798 del cementerio El Batán, en Quito.
Jaramillo, llegaría a confesar: “Yo fui a la celda adentro y le pedí un vaso de agua y en el momento en que él me lo iba a dar yo lo cogí y le dije: Arrodíllate ahí y me dijo que lo perdone y le dije: Ah tu pides perdón y cuando a ti te pidieron perdón esas mujeres indefensas no las perdonaste; entonces yo le dije un insecto como tú, una rata como tú no puede existir aquí y por lo tanto en este momento te vas a morir. Lo cogí y le metí tres puñaladas, luego le quise sacar la cabeza, pero no me cortó más el arma y ya cuando terminé de matarlo, cogí la oreja y se la arranqué”.
Perfilando a un demonio
Daniel Camargo era un psicópata con un cociente intelectual de 116. Además, atípico ya que poseía un nivel cultural extraordinario, cosa que no es frecuente en este tipo de criminales. Al respecto, el periodista Francisco Febres menciona: “Como todo buen psicópata era brillante, tenía una respuesta para todo y podía hablar con igual soltura de Dios y del Diablo. Buen lector, citaba a Herman Hesse, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Guimaraes Rosa, Friedrich Nietzsche o Sigmund Freud. Cuando lo capturaron, encontraron en el maletín de mano que portaba, junto a una prenda íntima de una niña que acababa de matar y violar, un ejemplar de Crimen y Castigo de Fiodor Dostoievsky. Además pintaba, aunque sus cuadros siempre tenían tonos oscuros”.
Estamos ante un sujeto con un nivel de sadismo enorme, ya que además de violar y asesinar a sus víctimas, en ocasiones se ensañaba con ellas utilizando un machete. A algunas les arrancaba el corazón, o como él lo llamaba: “El órgano del amor”.
Era un misógino declarado, estaba obsesionado con las niñas y jóvenes vírgenes, a éste respecto, en un interrogatorio mencionó: “Violo niñas vírgenes porque ellas lloran y eso me proporciona placer”. Odiaba la figura de la mujer, especialmente de las prostitutas, de quienes llegó a afirmar: “A las prostitutas las odiaba, me causaban asco, tenía pavor de las enfermedades venéreas y de sus estragos. Quería mujeres puras”.
Como todo psicópata, tenía una habilidad natural para engañar. En Ecuador, se valía de su apariencia de mendigo desvalido para causar lástima y embaucar a sus víctimas. Era también un fetichista, ya que en ocasiones guardaba mechones de cabello de las chicas. En un interrogatorio llegó a confesar: “Mataba sin dejar huellas, siempre llevaba una camisa demás y cuando mis manos se manchaban de sangre las limpiaba orinando sobre ellas”.
Continuamos perfilando a un demonio
Otro de los rasgos que lo definirían como un psicópata era que en los interrogatorios jamás mostró arrepentimiento, aunque dijese lo contrario. Recordad que el psicópata es un mentiroso muy hábil. En una ocasión, llegó a mencionar: “Después de cada asesinato juraba que nunca más lo haría, pero luego volvía, era un deseo dentro de mí, como una droga. Tenía que matar otra vez, me estaba vengando de muchos años de humillación”.
Su pasado era la excusa que daba este demonio para justificar sus atrocidades. Al haber sido dañado, no se le ocurrió buscar ayuda, lo que haría una persona normal. Sino que se decantó por el odio y se dedicó a cometer aberraciones. Daniel Camargo disfrutaba matando y dando rienda suelta a su odio hacia la mujer.
En Ecuador se le atribuyeron 71 víctimas; pero, en Colombia, no se sabe a ciencia cierta cuantas fueron. Además, en un interrogatorio, confesó haber estado en Brasil, donde afirmó haber dejado muchas niñas. Los investigadores piensan que pudo llegar a cometer cerca de 170 crímenes.
Con esto termino con el perfil de esta bestia que los medios de comunicación apodaron como El monstruo de los Manglares. Aunque también se le conoció como El Sádico del Charquito o El asesino de Vírgenes. Si deseáis más información acerca de este demonio, os recomiendo el libro Los monstruos en Colombia si existen escrito por el antropólogo Esteban Cruz Niño. En esta obra, podréis encontrar extractos del diario personal de Daniel Camargo.
Por favor, cuidemos a los niños, los monstruos existen y están en todas partes, es nuestra obligación como sociedad protegerles. En nosotros está impedir que estos demonios obtengan víctimas tan fácilmente.
Si os gustan los temas acerca de true crime, entonces no os podéis perder el caso de Junko Furuta, os aseguro que no os va a dejar indiferentes. Para leerlo solamente tenéis que pinchar aquí.