Desde tiempos inmemoriales en diferentes culturas de la humanidad y en diferentes épocas se ha hablado de vampiros. Criaturas que no están vivas, pero tampoco han fallecido, que habitan en el umbral entre ambos mundos, por eso se les conoce como no muertos. No han sido pocos los eruditos que han escrito tratados que hablan extensamente de estos seres, uno de ellos el famoso Agustín Dom Calmet. Otras historias han llegado hasta nuestros días a través de la tradición oral, muchas de ellas cabalgando entre la leyenda y la realidad. Una de estas es la que os traigo hoy, la que habla de una época en la que un vampiro habitó en una catedral francesa.
La Catedral de Amiens
Amiens es una ciudad en el norte de Francia situada en el departamento del Somme. Esta urbe tiene el orgullo de lucir la hermosa catedral de Nôtre Dame de Amiens. Esta maravillosa construcción fue declarada Monumento Histórico en Francia desde 1862 y desde 1981 registrada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La construcción de este monumental edificio inició en 1220 bajo la influencia de la Catedral de Nôtre Dame de París. Anteriormente, en este emplazamiento hubo una antigua catedral románica que fue devastada por un incendio y anterior a esta hubo otros templos que sufrieron la misma suerte. Fue proyectada por el obispo Évrard de Foulloy con el ideal de que fuese un “libro en piedra” que promoviera la fe. El clérigo encargó el diseño al arquitecto Robert Luzarches y al morir ambos los trabajos continuaron a cargo del obispo Geoffroy d’Eu y de Thomas Cormont.
En esta catedral se custodia lo que se piensa es una antigua reliquia, se trata del supuesto cráneo de San Juan Bautista. Este fue traído a la localidad en 1205 por el caballero cruzado de Picardía, Eallon de Sarton. Se le atribuyen curaciones milagrosas y cada año cientos de peregrinos acuden a rendirle culto.
Los historiadores establecen el año de 1288 como la fecha de término de la construcción aunque las torres de la fachada aún no se habían terminado. Se la conoce como La Biblia de Amiens por los tres pórticos que lucen escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Un suceso extraño en la Catedral de Amiens
Durante años en el siglo XIII, los habitantes de Amiens estaban convencidos de que en la catedral habitaban fantasmas, entre ellos un ghoul. Estas criaturas provienen del folclore árabe que las describe como desagradables seres necrófagos que habitan en lugares inhóspitos. En ocasiones se trata de cadáveres reanimados por algún espíritu maligno.
Eran varios los testigos que aseguraban haber visto a este desagradable ser deambulando sobre el campanario de la catedral. Decían que su piel era pálida, que no tenía cabello y tampoco genitales y su aspecto resultaba repulsivo a la vista.
Un buen día, un vecino de la localidad llamado Gerard Dufrie fue atacado por esta criatura en uno de los accesos orientales de la catedral. Malherido y agonizante, reunió sus últimas fuerzas para arrastrarse hasta el interior del templo. Una vez allí, ante la atónita mirada del párroco, le relató lo que había ocurrido. El clérigo, tras escuchar el testimonio le brindó los auxilios espirituales necesarios y entre sus brazos el herido expiró su último aliento. El sacerdote, llegaría a decir que “una muerte así no sólo es atroz, sino perniciosa para la reputación de la catedral”. Era inconcebible que una criatura salida de las mismísimas entrañas del infierno estuviera habitando en la casa de Dios.
Los ataques se incrementan
Con el transcurrir del tiempo, los habitantes de Amiens estaban cada vez más convencidos de que entre los muros de la catedral habitaba algo que no era de este mundo. En el interior del recinto, muchos afirmaron ver unas extrañas luces de colores que flotaban en las ventanas del templo. Ante la presión ejercida por los lugareños, la Iglesia decidió investigar el suceso. Así que en 1290, un comité de investigadores encabezado por el Obispo de París llevó a cabo una búsqueda cuyos resultados fueron infructuosos.
Los pobladores de la ciudad estaban atemorizados y sabían que debían andar con cuidado en las inmediaciones de la catedral. En cuanto se ponía el sol, todo el mundo se metía en sus casas y cerraba a cal y a canto puertas y ventanas. Muchos creían que este ser podía estar habitando en algún lugar en los sótanos o la cripta y cada vez, los testimonios de avistamientos eran más frecuentes.
Otro testimonio importante
Cinco años después de la búsqueda realizada por la Iglesia, en 1295, hubo otro encuentro con la criatura. Cuando Marie Lasc D’Urine, una trabajadora del campo, se dirigía a su casa tras su jornada laboral pudo observar al ser. Lo vio muy cerca, trepando, como si reptara, por los muros de la catedral en dirección al campanario. Aquello no era humano, más parecía un grotesco insecto salido de cualquier pesadilla.
Atónita ante lo que habían presenciado sus ojos y muy asustada se dirigió corriendo a su hogar para ponerse a salvo. Al día siguiente, con la luz del sol, acudió a la catedral en busca del sacerdote. Muy nerviosa le relató lo que había visto. La mujer lo describió como una especie de humanoide de gran tamaño, delgado, que iba desnudo y no tenía genitales. Su piel era muy pálida y trepaba a una velocidad y de una manera que ningún ser humano podría hacerlo a esa altura. Al llegar a la cima del edificio, el ser se perdió entre sus torres. Desesperada, le pidió que tomara medidas al respecto. El clérigo se negó argumentando que su jurisdicción solamente se limitaba al interior del templo, así que lo que ocurriera en sus muros exteriores no era asunto suyo.
Para 1299 las apariciones de este vampiro eran ya una constante, el ser no parecía tener miedo a la gente. Hubo reportes de varias víctimas que perecieron a manos de este engendro del infierno y la iglesia seguía sin tomar medidas. Llegó un punto en el que la criatura se divertía interrumpiendo las ceremonias religiosas, ya fuera arrojando objetos, haciendo ruidos o riéndose. La gente estaba aterrorizada, pero también muy enfadada, hasta que se tomaron medidas al respecto.
La cacería del vampiro de la Catedral de Amiens
Sabemos que se tomó acción contra este ser gracias al testimonio que dejó el escritor Ambrose Bierce. Conocedor de esta historia, se dedicó a investigar a fondo y en su famoso Diccionario del Diablo dejó escrita una pequeña crónica donde relata lo que aconteció con esta criatura. En esta obra, podemos leer textualmente:
“A comienzos del siglo XIV un vampiro fue acorralado en la cripta de la catedral de Amiens y la población entera rodeó el lugar.
Veinte hombres armados, con un sacerdote a la cabeza, llevando un crucifijo, entraron y capturaron al vampiro que, pensando escapar mediante una estratagema, había asumido el aspecto de un conocido ciudadano, lo que no impidió que lo ahorcaran y descuartizaran en medio de abominables orgías populares.
El ciudadano cuya forma había asumido el vampiro quedó tan afectado por el siniestro episodio que ya no volvió a aparecer en Amiens, y su destino sigue siendo un misterio”.
Tras leer esta breve crónica podemos deducir que efectivamente los ciudadanos de Amiens consiguieron enfrentarse al ser y capturarlo. Más, lo que hicieron con sus despojos, sigue siendo un misterio que puede plantear muchas dudas.
Un dato curioso
Eugène Violet-le-Duc fue un importante arquitecto, arqueólogo y escritor francés del siglo XIX. Se encargó de la restauración de varios monumentos históricos que habían sufrido daños, entre ellos la Catedral de Nôtre Dame de París. Parte de su obra en este recinto fue la instalación de las conocidas gárgolas que decoran su fachada. Una de estas tiene la forma de un estirge, que son seres existentes en la mitología clásica. Se las describe como criaturas voladoras que succionan la sangre para poder sobrevivir. Vamos que es una de las tantas clases de vampiros que existen en el mundo.
Es curioso que Violet-le-Duc escogiera precisamente a un ser de este tipo para una de sus gárgolas. Más curioso resulta cuando investigamos y descubrimos que en Francia existe una fuerte tradición vampírica. Sabemos que los arquitectos y constructores de catedrales eran miembros de un gremio que poseía conocimiento oculto. Muchos de estos saberes los plasmaron codificados en sus obras, solo visibles a quien sabe verlos. Entonces cabría preguntarnos si Eugène ¿tenía algún tipo de conocimiento al respecto de estos seres? ¿Por qué utilizar una gárgola inspirada en un vampiro? ¿Acaso conocía lo ocurrido en Amiens siglos atrás? ¿Qué quiso transmitir este hombre en su obra?