El Trauco… ¿Qué es?
El Trauco es una criatura perteneciente al folclore popular de la mitología chilota en el sur de Chile, más concretamente en el archipiélago de Chiloé. Este ser tiene el aspecto de un hombre que no llega a medir más de ochenta centímetros de altura. Con una nariz prominente, las facciones de su rostro, similares a las de un ogro, resultan desagradables a la vista. Además, no tiene pies, sino un par de muñones a la altura de los tobillos.
Lleva puesto un sombrero cónico hecho de quilineja, que es una hierba trepadora que crece en las selvas chilotas. Su vestimenta está hecha también del mismo material. Porta consigo un bastón retorcido que recibe el nombre de pahueldún. En la otra mano lleva un hacha mágica de piedra con la que, según la creencia popular, puede cortar cualquier árbol con solo tres golpes.
Se caracteriza por poseer una fuerza descomunal y por tener la capacidad de hacer daño a distancia. Se dice que es capaz de deformarle la cara a un hombre o de romperle los huesos con tan solo mirarlo. Utilizando su aliento mágico puede torcer la boca de un varón, dejarlo jorobado, atontado o mudo, condenándolo a morir en poco tiempo.
Habita en los bosques de Chiloé junto a su esposa La Fiura, quien además, es su hija, fruto de la relación que una vez tuvo con La Condená. Viven en los troncos huecos de los árboles o en pequeñas cavernas. Con La Fiura tiene muchos hijos, los machos son idénticos a él y las hembras a ella, incluso llevan su mismo nombre. Es decir, que las crías de estos seres son réplicas exactas de ambos tanto físicamente como en sus características.
Otros datos acerca del Trauco
Los orígenes de esta criatura son inciertos, algunos piensan que puede tener su base en las creencias de los Huilliche y de los Chonos. Se piensa que se trata de un hijo de la mítica serpiente Caicai. Su nacimiento se produciría de la rabia que sintió el ofidio al ver la ingratitud de los seres humanos hacia el mar que tanto les proporcionaba.
Se le teme porque tiene la capacidad de seducir a las mujeres con tan solo mirarlas. Su objetivo es yacer con jovencitas hermosas y bien aseadas para dejarlas embarazadas. Es una criatura libidinosa que recuerda a los famosos íncubos. Este ser goza de gran popularidad entre los habitantes del país andino. Es tanta su importancia que la mismísima Gabriela Mistral, en una conferencia, se refirió a él en estos términos:
“El Trauco es el sátiro de la Araucania, una figura selvática que va cubierta de enredaderas o de lianas. El Trauco es bastante odioso a la vista; su mirada, como la del basilisco, para, detiene por lo horrible. El Trauco lleva la cabeza vuelta hacia la espalda y una pierna encogida. No pisa con los pies: lleva dos muñones. Éste sátiro persigue a las adolescentes; y cuando alguna muchacha aparece un buen día con un niño en los brazos, sin que se conozca su historia de amor, la criatura se le atribuye al Trauco, y se dice: se encontró con el Trauco.”
También el poeta Antonio Bórquez Solar escribió sobre él: “Con mis ojos de centellas, de intenso fulgor negruzco, pongo miedo a las doncellas, las más tiernas, las más bellas, que lujurioso seduzco”.
El ataque del Trauco
El Trauco recorre los bosques de Chiloé en busca de alguna linda joven que camine sola y desprevenida. Cuando la encuentra, inmediatamente le anuncia su presencia dando tres golpes con su hacha en un árbol. De esta manera asusta a la muchacha y en seguida sopla suavemente su aliento sobre su rostro para sumirla en un profundo sueño.
Mientras la joven está dormida, el Trauco aprovecha para mantener un contacto sexual con ella y saciar sus perversos instintos. Cuando la chica se despierta, se encuentra desorientada y se dice que con algunas marcas en su cuerpo, fruto de las caricias de este ser.
Cuando se encapricha con una joven a la que no dejan andar sola por los bosques, su modo de actuación es diferente. Primero, para dar a conocer su presencia, deja frente a la puerta de la casa de la posible víctima sus excrementos que son amarillentos. En noches posteriores, se le presenta a través de sueños eróticos aparentando ser un apuesto muchacho. Finalmente, adoptará la forma de un matojo de quilineja para apilarse junto al carbón o la leña que guarda la familia y esperar el momento oportuno para actuar. Las jóvenes que han sido víctimas del Trauco, a los nueve meses tendrán un hijo con una apariencia física tan desagradable como la del padre.
Al Trauco solo le interesa abusar de adolescentes lindas, por ello a las mujeres mayores no suele atacarlas, sin embargo a los hombres sí. Si algún varón le molesta o se entromete en sus planes, puede torcerle la boca, romperle los huesos o matarlo con tan solo el poder de su mirada. También puede atacarle en sueños, provocándole veinticinco males diferentes.
¿Cómo protegerse?
Cuando existe la sospecha de que el Trauco se ha fijado en alguna jovencita, sus familiares deben tomar medidas de inmediato. En algunas zonas de Chiloé, las madres de estas jóvenes suelen dejar sobre una mesa un puñado de arena de mar. Como esta criatura siente una profunda atracción por la arena, al verla, pierde el interés en la chica y se pone a contar los granos. Cuando termina, ya es de día y los habitantes de casa están por despertar, así que no tiene más remedio que huir.
Otro método de alejarlo es untar un poco de excremento en la joven, ya que al Trauco le produce asco la suciedad. Al considerar que la joven es desaseada, el ser pierde el interés en ella. También se pueden quemar los detritos de la criatura, eso sí, teniendo mucho cuidado, ya que si se pisan o tocan, causarán la muerte.
Se acostumbra también colocar pequeños puñados de cenizas en las esquinas de la casa. Como complemento a esta acción se colocan cuchillos acomodados en forma de cruz en puertas, ventanas y bajo la almohada de la joven.
Se cree que solo pueden matarlo los hombres que hayan sido engendrados por él. Para ello, lo primero que deben hacer es golpear su Pahueldún para quitarle fuerzas. Una vez que lo hayan capturado, debe colgarlo sobre un fogón y quemarlo. Mientras el ser arde, se transforma en un palo de madera del que brota un aceite. Ese aceite, untándolo en el cuerpo de sus víctimas varones, puede sanar sus heridas e impedirles la muerte.
Espero que esta leyenda os haya gustado tanto como a mí. Si os gustan las leyendas, echad un vistazo a la Leyenda del traslado del cadáver del Apóstol Santiago, que es una de las más famosas de Galicia. Para leerla, solo pinchad aquí.